"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
La oportunidad de las alianzas
Por Fran Sardón, presidente Predif
La pandemia que persiste nos ha sorprendido aprendiendo a tejer alianzas entre entidades del tercer sector. Acuerdos que tienen como objeto fortalecer nuestro sector y consensuar un discurso nítido, exigente y vigoroso que nos permita mantener una interlocución fluida y útil para que el sector social y, por extensión, la sociedad civil sigamos manteniendo nuestro imprescindible papel de interlocutores en pro de la defensa de derechos de las personas con discapacidad y vertebradores de una sociedad que debe crecer y progresar de una forma más cohesionado expeliendo las diferencias que se empeñan en seguir existiendo como esta indeseable pandemia.
Estas alianzas se están consiguiendo en clave de éxito en las cúspides del entramado asociativo, tanto a nivel estatal como en los niveles autonómicos y estos ejemplos han de seguir cundiendo en las siguientes esferas de las organizaciones sociales. Los proyectos Next Generation han de ser una oportunidad de colaboración y convergencia más allá de un impulso económico para renovar y actualizar las propuestas que vamos a realizar de cara a un futuro fronterizo con nuestro presente para que las personas con discapacidad tengamos más oportunidades de participación social, control y decisión sobre todos los aspectos que afectan a nuestra vida. Estos fondos, superlativos en muchos casos, también tienen como objetivo incorporar la digitalización y la conectividad a todos los procesos de trabajo de nuestros centros y a los servicios que ofrecemos a las personas con discapacidad, pero como apuntaba al principio de este último párrafo, estos fondos también han de servir para que de una forma convencida, dejando atrás vetustos complejos que en ocasiones nos dificultan conocer nuevas propuestas y otras formas de trabajar y colaborar, podamos participar de ideas y de proyectos que impacten de una forma tangible y eficiente entre las personas con discapacidad y sus anhelos actuales.
Ofrecer alternativas complementarías a los modelos residenciales o tejer una eficiente red de servicios para las personas con discapacidad que quieren y deciden vivir en el medio rural son ejemplos de retos que tenemos que afrontar para que nuestras propuestas y planteamientos no se vean superados por una realidad que ha alcanzado una velocidad de crucero como nunca antes en nuestra historia.
Las entidades sociales siempre hemos tenido ese papel de vanguardia y de avanzadilla imprescindible para detectar y diagnosticar las necesidades actuales, siempre cambiantes, de las personas con discapacidad y sus familias y proponer modificaciones normativas que se conviertan en derechos y servicios que se adapten y sirvan de apoyo a las demandas de inclusión y participación social de las personas con discapacidad. Es nuestro papel y nuestra razón de ser y existir y para seguir existiendo tenemos que enriquecer nuestros argumentos y tenemos que ser capaces de tomar ejemplo y llevar a la práctica pequeños y grandes acuerdos de colaboración para no quedarnos relegados y que el tiempo y la realidad nos supere.